Wednesday, November 10, 2004

Enseñar no es un oficio; es una vocación y a ella se ha abocado con alegría, con ilusión.


En la pedagogía vitalista de Ortega y Gasset el educador tiene que prestar atención prioritaria a la vida en cuanto fuerza creadora, en cuanto sustrato biológico del que proceden todos los impulsos y las energías que llevan al hombre a actuar.

Enrique Iturriaga tiene, desde siempre, esa inclinación por descubrir y rescatar en sus alumnos esas potencialidades que constituirán el caudal para la expresión. Sus clases siempre atractivas y estimulantes son un verdadero catalizador en el proceso de creación.

Esencialmente creativo, afectuoso, tolerante y sensible para captar la singularidad, perspicaz para atender a todos, incansable y siempre dispuesto para absolver a cualquier pregunta o inquietud, dotado de paciencia y, sobre todo, de buen humor, se alza como el ejemplo más auténtico de que una cultura dinámica que sea resultado de la plenitud humana tiene que centrarse en la potenciación de esa vitalidad primaria que generará nuevas formas de cultura.

Para Enrique Iturriaga, la enseñanza es una práctica de comunicación permanente . Esa vocación, a la que se ha entregado con plena alegría, con el “alma pura del niño” -que es la única manera de ser auténticos- no termina en las cuatro paredes de un aula. Enseñar no es un oficio; es una vocación y a ella se ha abocado con alegría, con ilusión. Sólo los iluminados, los que poseen un alto sentido de la vida y de la sociedad son capaces de llegar a ser maestros.

Me sumo, con total admiración y gratitud, a este merecido homenaje a nuestro maestro.

NANCY PIMENTEL


http://enriqueiturriaga.blogspot.com/2004/11/ensear-no-es-un-oficio-es-una-vocacin.html